Cochabamba, Bolivia a 27 de octubre del 2025
Por David Daniel Romero Robles
Comunero de Cherán K´eri.
Las reflexiones sobre los procesos históricos del pueblo P’urépecha de Cherán y de otros pueblos originarios de México, como Chiapas, Guerrero y Oaxaca, revelan una serie de dificultades internas y contradicciones en la conducta individual y colectiva frente a la adversidad occidental. Estos comportamientos conflictivos se encuentran intrínsecamente ligados a la existencia de complejos de inferioridad frente a la vida occidental.
Para comprender la raíz de esta problemática, se recurre a la obra de Frantz Fanon, Piel negra, máscaras blancas. Aunque Fanon describe el proceso de sometimiento y la subordinación de la raza negra frente a Occidente, sus análisis sobre la alienación colonial son aplicables a la experiencia de los pueblos originarios.
La alienación del individuo colonizado, como bien señala Fanon en su trabajo, no es primariamente una cuestión individual (ontogenética) ni de la especie (filogenética), sino que se requiere una explicación sociogenética, es decir, que surge del mundo de lo social, la cultura, la historia y la economía.
En el contexto P’urépecha, el complejo de inferioridad tiene sus cimientos en la imposición de la visión occidental tras la llegada de los españoles. Esta imposición generó un sometimiento y la percepción de lo blanco y lo occidental como un ente superior, incluso ligado a lo divino.
A lo largo de los siglos, esta relación de poder se mantuvo, y en la época posrevolucionaria, el propio Estado mexicano incidió en este proceso. La construcción de la nación priorizó la desaparición de las cosmovisiones, las formas de relación interna y la identidad lingüística de los pueblos originarios. Esta política causó una vasta pérdida de identidades no solo en Michoacán, sino a nivel nacional.
El deseo de formar parte de la nueva construcción de la nación y de superar ese sentimiento de inferioridad autoimpuesto por el sistema, generó consecuencias psíquicas profundas y deshumanizadoras entre los propios miembros de la comunidad.
Parafraseando las ideas centrales de Fanon sobre la alienación y el deseo del colonizado de ser reconocido como “blanco”, en el pueblo P’urépecha esta dinámica se manifiesta en:
Desprecio por sí mismos y envidia entre hermanos.
No creer en sí mismos.
Ver como “opciones de salvación” a quienes tienen mayor parecido con lo europeo o lo eurocéntrico, ya sea en la apariencia física, la condición económica o la concepción político-ideológica.
El adoctrinamiento estatal y educativo promovió activamente la idea de que vestir, actuar y aparentar físicamente las modas y costumbres occidentales convertía a los individuos en “mejores personas” y “mejores seres humanos”. Esto llevó a muchos a renegar de su identidad y a afirmar: “no soy de un pueblo originario, no soy de Cherán, soy de… la capital”.
La tragedia, reflejada en el análisis fanoniano, es que el individuo, al buscar la liberación o la aceptación mediante la adopción de los valores del colonizador, se pone una “máscara blanca”. El complejo de inferioridad y el querer “blanquear su raza” (o cultura) es el signo de un alma desgraciada.
La manifestación más destructiva de este complejo de inferioridad internalizado (epidermizado) se observa en la dinámica comunitaria frente a las disputas.
Cuando el conflicto es externo, la comunidad P’urépecha “se une para hacer frente a esas adversidades” y “saca lo mejor” de sí. Sin embargo, cuando las disputas son internas, y el complejo de inferioridad prevalece—junto con la alineación frente al Estado—, “nosotros mismos somos capaces de acabar con nosotros mismos”. Esta condición es la que impide romper el ciclo de la inferioridad.
El autodesprecio y la rabia se hacen evidentes cuando se observa que la comunidad prefiere que un extraño o alguien ajeno sobresalga y los represente. No se tolera ver a un hermano o una hermana sobresalir para ser referente en la lucha.
En esencia, la actitud del colonizado, según Fanon, se encierra en una disputa neurótica que busca la validación externa y teme el ascenso del par: “Esas disputas de complejos que se muestran… preferimos que alguien externo nos represente a que alguien de nuestro propio pueblo”.
Concluyo citando la visión de Fanon, afirmando que, en el contexto de la subordinación y los complejos que arrastra el pueblo P’urépecha: “Seguimos teniendo, como dice Fanon, nosotros la piel canela y con una máscara de blanco”. La desalienación plena, en la tradición fanoniana, requerirá la transformación radical de las estructuras sociales y el abandono de la alienación psíquica.

