Maestra María Isabel Ochoa Calderón

Una vida dedicada a la educación.

“Un legado eterno”.

 

Con profundo respeto y admiración, hoy rendimos homenaje a una mujer excepcional cuya vida fue ejemplo de entrega, liderazgo y vocación: la profesora María Isabel Ochoa Calderón, nacida el 19 de marzo de 1956 en la ciudad de Morelia, Michoacán.

 

Hija de los señores Arturo Ochoa Carranza y Sara Calderón Aguilar, desde temprana edad mostró una sensibilidad especial hacia el aprendizaje y el servicio.

 

Sus primeros pasos en la educación los dio en el Jardín de Niños “Esperanza Olivares” en Zitácuaro, Michoacán, y más tarde continuó en la Escuela Primaria “Eva Sámano de López Mateos”.

 

Su trayectoria académica fue siempre ejemplar, destacando en la Escuela Secundaria Federal No. 1 “Nicolás Romero” y, con tan solo 14 años, ingresó a la Escuela Normal Urbana de Morelia para iniciar el camino que marcaría el resto de su vida.

 

 

Su preparación fue vasta y sólida. Estudió Lengua y Literatura en la Escuela Normal Superior de Michoacán y más adelante, en Coahuila, continuó con sus estudios de literatura.

 

Culminó su licenciatura en Español en la Escuela Normal Superior de Morelia entre 1978 y 1981.

 

Durante 52 años, la maestra Isabel fue una luz que iluminó el sendero de miles de estudiantes.

 

Su paso por diversas escuelas primarias y secundarias —como la “Mariano Jiménez” de Las Trojes, “Narciso Mendoza” en Saltillo, “Ignacio Zaragoza” en Álvaro Obregón y el Colegio “Guadalupe Victoria” en Morelia— dejó huellas imborrables en cada comunidad.

 

Sin embargo, su legado más grande fue ser fundadora de la Escuela Secundaria Técnica No. 104 en la comunidad de Uruétaro, municipio de Tarímbaro, Michoacán, en el año de 1986.

 

 

Con visión, valentía y un compromiso incansable, construyó, junto con sus compañeros, un espacio que transformó generaciones.

 

Su entrega como docente y directora fue total: por cuatro décadas dio vida y alma a esta institución, guiando a sus alumnos no solo en el conocimiento, sino también en los valores y la esperanza de un mejor futuro.

 

La maestra María Isabel no solo enseñó con la palabra, sino también con el ejemplo.

 

Su calidez, su firmeza y su amor por la enseñanza son parte del espíritu mismo de la E.S.T. 104. Hoy, su ausencia deja un vacío inmenso, pero su esencia seguirá viva en los pasillos, en las aulas, en la memoria de cada alumno y docente que tuvo el privilegio de conocerla.

 

Gracias, maestra inolvidable, por su incansable labor educativa.

 

“Su legado es eterno”.

 

Hoy Tarímbaro honra su historia y celebra su grandeza.