Villa Tunari, Bolivia a 13 de octubre del 2025

Por David Daniel Romero Robles

Comunero de Cherán K´eri

América Latina atraviesa una de las peores encrucijadas de su historia. El futuro de la especie humana y la salud de la Madre Tierra están amenazados por una crisis de múltiples dimensiones. Enfrentamos el agotamiento de la energía fósil, la crisis financiera, la degradación de las democracias, las catástrofes medioambientales, y, fundamentalmente, la desigualdad y el colonialismo.

Las raíces de estas crisis no son un misterio, sino que se encuentran firmemente ancladas en el sistema capitalista, en su expansión imperial, en la concentración de riqueza en pocas manos y en una cultura desmedida del consumo. Este modelo civilizatorio y destructivo se resiste a morir y, en su fase actual, se muestra más peligroso y agresivo que nunca.

La Deuda Histórica y el Enemigo Común

Para los pueblos de la región, esta lucha no es nueva; es una herencia histórica. Por historia y por vivencia, somos anticolonialistas y antiimperialistas. Recordamos a figuras como Túpac Katari, Túpac Amaru, Miguel Basil y Jesús Sisa, quienes ofrendaron su vida frente a políticas de exterminio.

Hoy, el adversario es claro. El imperialismo se funda en la guerra y en la imposición de un sistema financiero global inhumano. Las viejas doctrinas de “destino manifiesto” y las estrategias de “seguridad nacional” siguen siendo utilizadas para justificar la intervención y el saqueo. No se perdona a aquellos a quienes llaman “indios” o “salvajes” el hecho de haber garantizado la soberanía de sus pueblos.

La lucha por la soberanía implica confrontar directamente esta presencia. En Bolivia, fue crucial no temer para cerrar bases militares extranjeras con el grito de “Fuera Yanquis”, garantizando así la soberanía territorial. Es una lucha por la liberación económica que también requiere la defensa de nuestra cultura, como la hoja de coca en su estado natural (medicamento y alimento), diferenciándola claramente de la droga y la cocaína, que no son parte de nuestra cultura.

El Instrumento Político y la Nacionalización

La experiencia demuestra que el poder meramente social, sindical o comunal no era suficiente para lograr las transformaciones profundas. Si bien se podía luchar contra el narcotráfico —que a menudo es un pretexto para intereses autoritarios—, no se podía cerrar una base militar o nacionalizar recursos naturales solo con poder sindical.

Se hizo imperativa la lucha ideológica basada en principios, programas, moral y ética, forjando un instrumento político. Esto permitió logros significativos, como la nacionalización de servicios básicos, el gas y el petróleo. Antes de la nacionalización en Bolivia, de cada 100 bolivianos, 82 se iban para extranjeros y solo 18 para los bolivianos. Tras la nacionalización, se invirtió la proporción: 82 bolivianos son ahora para el pueblo.

Estos 14 años de crecimiento económico demostraron que Bolivia tenía futuro y esperanza. Sin embargo, la reacción no se hizo esperar: un golpe de Estado paralizó los avances y frenó la posibilidad de lograr la cobertura total de luz y agua.

El Camino de la Unidad

La lección más vital en este contexto es el imperativo de forjar y fortalecer la unidad y la alianza entre los pueblos del sur global. Sin unidad, no hay liberación de la humanidad ni victoria posible. La unidad, como decía el Hermano Chávez, es la derrota del imperio y el triunfo de los pueblos de toda América Latina y el Caribe.

Hoy, la tarea de defender a Venezuela es defender a toda América Latina, sus recursos naturales y la soberanía con identidad de sus pueblos. En la región, se observan luchas constantes:

En Perú, aunque hay experiencia en cambiar presidentes, falta lograr “buenos presidentes”, y la lucha por la liberación del injustamente detenido Pedro Castillo es una acción política que requiere unidad.

En Ecuador, saludamos la lucha de sectores sociales a la cabeza de la CONAIE.

Existe preocupación por movimientos en países como Argentina, donde candidatos han planteado la posibilidad de que regrese la DEA, ignorando que la Constitución prohíbe uniformados o armados extranjeros.

Los pueblos indígenas, obreros, campesinos, estudiantes, mineros, artistas, e intelectuales constituyen los nuevos sujetos históricos del siglo XXI. Unidos por una causa común y contra un adversario común, nuestra tarea fundamental es proteger y defender la Madre Tierra, luchar contra la pobreza y fomentar el diálogo y la integración plurinacional e intercontinental.

La unidad más unidad es la libertad de los pueblos de América Latina. Si no hay unidad en base a principios, valores y un programa del pueblo, es imposible avanzar. Es tiempo de resistir y avanzar, recordándonos que se hace política por la patria y por la gente humilde.