Miedo, exilio y metamorfosis de Ch’ipiri etétsï

Autor: David Daniel Romero Robles

 

Hay un miedo que expulso, un terror sin mapa,
que no sé de qué; un miedo vago y ciego.
Es la soledad frustrante que limita las emociones.
Así salgo del país, rehuyendo al amor y la caricia,
buscando el exilio como un refugio sublime.
Busco cambiar como si fuera Ch´ipiri etétsï (luciérnaga),
una metamorfosis externa, un intento de evasión.
Acomodo las pocas pertenencias,
me observo en un espejo y mudo de costumbres.
Cambio el café por pichar hojas de coca, el tequila por el vino de Tarija,
el idioma, el estilo entero, para salir, al fin,
deambular por las calles, caminos y pueblos.
Y me doy cuenta, infeliz,
que la vida es tan fugas como el encendido de la Ch´ipiri etétsï,
y consigo amigos con historia comunitaria.
Mas la transformación no ha logrado que el instinto se vuelva emoción,
porque un mismo espejo es todos los espejos.
El pasaporte que dice que naciste y que eres,
y la vida se diluye entre paralelos sociales que buscan ser y los que no son.
A ratos me pregunto qué comer, desorientado, viajando,
esa misma sopa de maní.
La misma sopa, pobre tipo, en distintos espacios, algunos improvisados en casas, ocasionalmente en alojamientos,
de esos donde los instintos perduran entre paredes, sí,
la vida de lo que no olvida, pues es arte de pocos o muchos.
Y aunque no haya huella, la sombra siempre sigue.
Siendo sincero debería reflexionar porqué el autoexilio,
quizá repensar la condición de existencia.
loros, libres en la urbe.
Los paralelos, comerciantes ofrendando a la Pacha mama, ¡salud Juve!